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Tradiciones de boda: el anillo

Como bien sabes en Grupo Juan el Marchenero llevamos ya muchos años de celebración de bodas, y te podemos asegurar que hemos visto de todo. Esa experiencia nos hace ser una referencia en los salones para celebrar tu boda, sin contar con que también ponemos a tu entera disposición nuestros servicios, por ejemplo, de catering. Gracias a él y a nuestros profesionales no te va a faltar absolutamente de nada en tu boda. Tus invitados y tú quedaréis realmente encantados.

Pero de eso no es de lo que te queremos hablar hoy. Lo que acabamos de señalar es algo que ya sabes, y en caso de que no, te invitamos a que vengas a conocernos.

Hoy te vamos a hablar de una curiosidad que está íntimamente ligada a la celebración de una boda, ya sea civil o religiosa: la tradición del anillo. ¿Por qué se usa? ¿De dónde viene? Si tienes la curiosidad y quieres saberlo, quédate con nosotros y te lo contamos a continuación.

El anillo de boda

Los anillos de boda son de las primeras cosas que miras y buscas cuando estás planeando casarte, ¿a que sí? Y es que este elemento es el protagonista de tu enlace matrimonial. No estás casado o casada hasta que tu pareja no lo coloca en tu dedo, y es por eso por lo que es tan especial. No vale cualquiera, tiene que ser un anillo especial y único, y, por supuesto, tanto el tuyo como el suyo tienen que ser iguales.

Esa es la norma.

¿De dónde procede la tradición de usar un anillo?

Para ver los orígenes de la utilización de los anillos de boda nos tenemos que remontar hasta el antiguo Egipto, donde las novias lo utilizaban en sus enlaces. No es hasta la segunda mitad del siglo XX cuando los hombres empiezan a utilizarlo también.

Todo cambió con la Segunda Guerra Mundial, ya que muchos hombres de los que peleaban en el Frente de los países occidentales eligieron llevar un recuerdo de sus esposas y de sus familias, y para ello decidieron llevar el anillo en sus dedos.

Una experta en piezas metálicas y anillos del Museo Victory and Albert, que está en Londres, Rachel Church, afirma que la costumbre que entonces solo tenían las mujeres se convirtió en una tendencia general también entre los hombres a mediados del siglo XX.

Desde ese momento, los hombres empezaron a llevar también sus alianzas matrimoniales, y hoy en día es algo normal ver anillos en los dedos de los hombres. Y el que no quiere llevarlas es porque no le gusta llevar joyería en las manos.

La alianza en la Historia

Los antiguos pergaminos egipcios de hace más de 3.000 años muestran imágenes de hombres que le dan un anillo de bodas a su esposa. Los primeros anillos estaban hechos de ramitas, cáñamo o tallos de plantas. Los anillos “vegetales” se deterioraban rápidamente o se rompían y tenían que ser reemplazados con frecuencia. Los círculos representaban el amor eterno, como lo hacen hoy. Aparentemente, no representaban la fidelidad, ya que muchos de los antiguos egipcios eran polígamos.

Estos anillos no se colocaban alrededor del dedo, sino de las extremidades. Dado que las tasas de mortalidad eran altas y las expectativas de vida bajas, las personas pensaban que el espíritu de una persona podía simplemente salir del cuerpo y terminar con su vida. Tenían ideas interesantes y supersticiosas para mantener intacto el espíritu. Por ejemplo, un esposo que envolviera tobillos y muñecas con ramas y hierba de su nueva esposa prolongaría su vida.

En Roma, se usaba un anillo de hierro como señal del contrato de matrimonio entre los cónyuges y sus familias. Ese anillo indicaba que la mujer era propiedad de su marido, que había dejado de ser propiedad de su padre. Las mujeres que tenían maridos ricos también podían llevar otro anillo de oro. Cuando esto ocurría, la mujer solía utilizar el anillo de hierro en casa y el de oro en público. Ambos tenían significados: el de hierro representaba la fuerza y la permanencia, el de oro, la riqueza.

Este es el origen de la alianza tal y como la conocemos hoy. El hecho de que los romanos pusieran un anillo en el dedo anular de sus esposas, poco tenía que ver con el amor. Era para que todo el mundo supiera que la mujer les pertenecía.

Tanto los egipcios como los romanos pensaban que el dedo anular era donde tenemos la vena amoris, la vena del amor, que conducía la sangre directamente del corazón y hacia el corazón, y por eso ponían ahí el anillo. La ciencia ha refutado esa teoría repetidamente, pero la verdad es que es muy romántico pensar que las alianzas se ponen en un dedo donde la sangre fluye desde y hacia el corazón. ¿No?

Años más tarde, en el siglo XVI los novios europeos usaban anillos divididos en mitades, llamados gimmal. Cuando el matrimonio se casaba, las dos partes de sus dos anillos se unían para que lo llevara la novia.

En Oriente Medio

La leyenda cuenta que el Oriente Medio la única forma de garantizar que “sus mujeres” fueran fieles era utilizar anillos plegables. Cuando la mujer intentaba quitarse el anillo, este se desarmaría. Podría volver a montarse, pero solo sabiendo la combinación correcta.

Hoy en día siguen siendo relativamente populares entre los nuevos esposos.

El Renacimiento marca un punto de inflexión en las alianzas matrimoniales, ya que es el momento en el que se graban por primera vez. En esta época los llamaban anillos poéticos, porque se solían grabar con versos de poemas y, ya se usaban como símbolo del amor entre los novios.

Desde entonces, la industria de las alianzas ha cambiado mucho, y los anillos se han modernizado. Los puedes encontrar de materiales muy diversos, aunque por lo general se hacen de oro, plata o platino.

Sea como sea, el anillo hoy en día sigue siendo un elemento fundamental para toda boda, y nosotros queremos ver cómo se lo pones en el dedo amoris a tu pareja.

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